La quema de pastizales en la zona del Delta continúa. La expansión de la frontera agrícola obliga a los ganaderos a buscar otros suelos para pastoreo. Los ecologistas planean alternativas y señalan que, de no atenderse la cuestión, el fenómeno se repetirá río arriba. La reserva proyectada en Santa Fe y el cambio que viven los isleños.
En este agitado 2008 los argentinos, particularmente los habitantes de la región pampeana, hemos sido testigos de varias situaciones que, en algunos casos de modo doloroso y trágico, han puesto de manifiesto problemas de fondo vinculados a la ausencia de una política agropecuaria o que, dicho de otro modo, nos han enfrentado a una política agropecuaria que no puede articular el desarrollo con la tan mentada sustentabilidad, sea esta económica, ambiental o social. En síntesis: en Argentina no es armónico el vínculo entre la producción y las demás actividades humanas. Esto en un país como el nuestro, que se ubica en los primeros puestos en exportación de materias primas, convierte el déficit en una de las materias pendientes que requiere premura en su atención, sobre todo teniendo en cuenta los vientos favorables a largo plazo que se pronostican para el sector agropecuario nacional, en un contexto mundial de constante crecimiento de la demanda, fundamentalmente desde Asia.
Uno de los tantos agujeros negros en la materia se observa en la cría de ganado vacuno en la zona de islas, puntualmente en las que componen la extensa frontera entre Santa Fe y Entre Ríos, por el río Paraná. No es nada nuevo que en esas zonas inestables se críen vacas. La particularidad de este momento es que se está realizando de un modo masivo, ocupándose cada vez una mayor superficie. Se trata de un fenómeno que responde al desplazamiento de la actividad a esos márgenes debido, entre otras cosas, al boom sojero, que toma cada vez más tierras dejando a los animales sin pasturas de tierra firme.
En las islas hay entre 1,5 y 2 millones de vacunos, lo que representa tan sólo un 3% o 4% del total de cabezas de ganado bovino de la Argentina, que supera las 50 millones. Observando ese número, pareciera que la incidencia del problema es mínima. Sin embargo, este año pasó algo que puso de manifiesto que estamos en dificultades: los incendios de los pastizales en las islas para permitir el pastoreo. Al igual que la cría de ganado, incendiar pasto en esas zonas no es algo nuevo, sino una práctica ancestral. Pero fuera de control desencadena situaciones como la vivida –¡justamente!– durante los momentos más calientes del conflicto rural, en la que se produjeron graves accidentes de tránsito, con varios muertos, debido al humo que viajó kilómetros, transformado en enormes nubes que se mezclaban con la niebla, para componer un cóctel fatal.
Esta inédita situación, que ocasionó el corte de rutas y puentes en los momentos más críticos, tuvo sus derivaciones más graves, por ahora, en el sur provincial, sobre todo en Rosario, donde esta semana volvieron a repetirse los incendios. A tal punto llega la situación que la Municipalidad de Rosario le advirtió a Entre Ríos que prepara una demanda en su contra “por no garantizar la seguridad en materia ecológica”, ya que los incendios se generan en islas que pertenecen a la jurisdicción entrerriana. El problema, de no abordarse de inmediato en busca de un marco regulatorio para la actividad ganadera en las islas, amenaza con expandirse hacia el resto de la frontera entre las dos provincias. Posiblemente el humo, último eslabón de una serie de irregularidades previas, también aceche a otras localidades que por el momento no lo sufren –como la capital provincial, por ejemplo–. Por eso ya hay algunas organizaciones ecologistas que, de uno y otro lado del río, han empezado a moverse para hallar una salida.
VAQUITAS DESPLAZADAS. En un informe de septiembre del año pasado, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) dio detalles más que inquietantes sobre el retroceso de la superficie destinada para la ganadería frente a la agricultura, ocasionando el traslado de animales a las islas. “La ganadería vacuna argentina ha visto reducida su superficie a causa de la importante expansión de la agricultura. Se observa que en los últimos 14 años el incremento en la superficie sembrada con cosecha gruesa supera los 11 millones de hectáreas. Este incremento tuvo obviamente al cultivo de la soja como principal protagonista que en dicho período pasó de 5,8 a 16,1 millones de hectáreas. Esta tendencia puede ser aún más manifiesta en los próximos años a partir del protagonismo que el maíz está adquiriendo a nivel mundial como materia prima de biocombustibles. A ellos hay que agregar la aparición en el mercado de los maíces RR que amplían las posibilidades del cultivo en zonas no tradicionales para este cultivo”, indica el informe.
Pero el incremento de la superficie sembrada no sólo desplaza vacas, también intensifica la cría de vacunos en menos espacio. Es por eso que los productores ganaderos cada vez más optan por los cuestionados feed lot (corrales de engorde) y el traslado a las islas, que año a año se incrementa. Esta particularidad entre menor espacio para animales y producción intensiva se manifiesta claramente en que el stock ganadero se ha mantenido casi sin cambios en los últimos años, fluctuando entre los 50 millones y los 55 millones de cabeza de ganado. El Inta, al respecto, observa sobre el fenómeno otra consecuencia: “El mantenimiento del stock nacional en una superficie ganadera reducida en casi 11 millones de hectáreas indica una intensificación de la actividad incluso en la Región Pampeana. Si asumimos que el incremento del área agrícola se dio principalmente en esta región (80%), vemos que la reducción de la superficie ganadera en la Región Pampeana sería del orden de las 8,8 millones de hectáreas, mientras que la cantidad de hacienda que emigró a otras regiones solo alcanzó a 3 millones de cabezas. Esta disparidad entre la reducción de la superficie ganadera y la concentración de hacienda no hace más que confirmar el sobrestock ganadero que hoy tiene la Región. Esta carga animal excesiva, al no haber sido acompañada de un incremento en la producción de forraje (según lo atestiguan las estimaciones anuales de siembras de pasturas y de fertilización) es la que explica en parte la caída registrada en los últimos años de los índices de preñez. La tasa de preñez estimada en la Región Pampeana (región tecnológicamente más desarrollada del país), era del 72% en 1994, y descendió a un 69% en los últimos dos años”.
A nivel nacional la caída del índice de preñez no acompañó en proporción el descenso pampeano, manteniéndose en el promedio del 62%. De todos modos, el Inta dejó en claro su preocupación: “Independientemente de que no se registre una caída en la tasa de procreo a nivel nacional, este 62% es extremadamente bajo. Un sector ganadero con pocas posibilidades de incrementar su stock por reducirse su superficie encuentra en la baja tasa de procreo la limitación a su producción, pasando este hecho a constituir el principal cuello de botella que tiene hoy la cadena de carne vacuna”.
LO QUE NO SE VE. El director general de la Fundación Proteger, Jorge Cappato, señaló en una entrevista: “Si uno viaja hoy entre Santa Fe y Buenos Aires, lo único que se ve es un mar de soja. Ante la pregunta de ¿dónde está el ganado?, la respuesta es muy simple: las vacas están en las islas, ya no sólo en la periferia, sino en toda la parte alta de las islas”. Para el ambientalista santafesino, “en este caso también, como en el caso de los desmontes para soja, lo más barato para un productor irresponsable es prender fuego y hacer uso de quemas sistemáticas, sin importar las consecuencias. De este modo, la materia orgánica destinada a conservar el suelo se transforma en dióxido de carbono y se inyecta a la atmósfera, siendo este gas uno de los principales gases de efecto invernadero. Es un desastre por donde se lo mire. Si las generaciones futuras tuvieran voz estarían diciendo que esto es de una atrocidad, un egoísmo o una ignorancia sin límites”.
“El humo y los problemas de salud derivados de la contaminación del aire son otras de las consecuencias largamente denunciadas por organizaciones, como el Taller Ecologista de Rosario desde 2004, cuando el humo de los incendios intencionales en las islas entrerrianas hizo sentir sus efectos en la ciudad, empujados por el viento del Este, en la temporada seca”, recordó Cappato. Lo mismo sucedió esta semana, en otro período de sequía: Rosario quedó en las tinieblas.
En aquel momento Greenpeace junto a Proteger, el Taller Ecologista de Rosario y M’Biguá de Paraná ya habían denunciado a la provincia de Entre Ríos como responsable de los incendios en los humedales del Delta del Paraná, al promover la expansión de la actividad ganadera hacia allí.
Las ONGs declararon que, ante la magnitud y duración de la catástrofe, se hacía necesario señalar la incapacidad de previsión de la Secretaría de Producción entrerriana, que promovió la Ley de Arrendamientos en 2004, y la de los legisladores provinciales, que la aprobaron. “Hemos advertido reiteradamente las consecuencias que tendría la Ley de Arrendamientos que aprobó Entre Ríos”, recordó Elba Stancich, del Taller Ecologista de Rosario, “ya que constituía claramente la llave para legalizar la expansión de la actividad ganadera en la zona de islas”.
“Los incendios sin control fueron favorecidos por el gobierno de Entre Ríos, que en un año otorgó 153 arrendamientos en las islas fiscales del departamento Victoria”, denunciaron los ambientalistas. Son unas 111.000 hectáreas que se utilizan para la ganadería, dentro de las islas. Según Cappato, desde 1994 a esta parte la cantidad de ganado en la zona se ha cuadruplicado y, sin controles, seguirá en expansión.
Por esta razón las organizaciones ecologistas le reclamaron al gobierno del kirchnerista Sergio Urribarri que “tome medidas que garanticen la preservación de los humedales del Delta del río Paraná” y presentaron un proyecto de ley a la Cámara de Diputados de la vecina provincia, que contempla la creación de un Parque Nacional en esa área.
Un escudo: la reserva natural.
La Provincia pretende tener lista para antes de fin de año la ley que permita crear el Parque Nacional Islas de Santa Fe, que tiene tanto motivaciones ecológicas como de negocios turísticos. El área del futuro parque será de 2.600 hectáreas, frente a la localidad de Puerto Gaboto, sobre tres islas: Campo Rico –la de mayor superficie–, La Gallina y El Conscripto. El proyecto sería el puntapié inicial para luego ampliar la protección al humedal entrerriano frente a Rosario, zona donde se producen los incendios que se padecen en el sur santafesino, sur entrerriano y el norte de la provincia de Buenos Aires.
Recientemente, autoridades de la Administración de Parques Nacionales analizaron los avances en torno a la creación del parque nacional, junto a funcionarios de la Provincia.
Las islas en cuestión cuentan con amplias superficies cubiertas de bancos de arena y albardones –terraplenes– en los que conviven numerosas especies de aves, como patos, caraúes, chajáes, cigüeñas, garzas y martín pescadores.
En la zona son comunes también el espinero rojizo –que construye grandes nidos colgantes que penden sobre el agua– y mamíferos de hábitos acuáticos, como el carpincho, la nutria y el lobito de río.
La vegetación de la reserva está compuesta por densos pajonales isleños, camalotes e irupés, con sus enormes hojas circulares flotantes y sus características flores.
Los funcionarios nacionales afirmaron que ya se realizó, como inversión, la adquisición de una lancha patrullera. También confiaron que ya se ha contratado un guardaparques del Pre Delta, cercano a la localidad entrerriana de Diamante, que será el encargado de llevar adelante el plan de manejo en el área protegida.
Según el secretario de Medio Ambiente de la Provincia, César Mackler, la iniciativa “significará un gran paso” para conservar un área representativa del que aseguró es el más importante humedal de nuestro país: el sistema hídrico Paraguay-Paraná y la ecorregión del Delta, “con sus paisajes de agua, islas, pastizales, bosques ribereños, flora y fauna”.
Para crear el parque, el gobierno de Hermes Binner enviará un proyecto de ley a la Legislatura provincial para ceder a Parques Nacionales la jurisdicción sobre las tierras, que son fiscales.
Publicado en Pausa #13, 8 de agosto de 2008.
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En este agitado 2008 los argentinos, particularmente los habitantes de la región pampeana, hemos sido testigos de varias situaciones que, en algunos casos de modo doloroso y trágico, han puesto de manifiesto problemas de fondo vinculados a la ausencia de una política agropecuaria o que, dicho de otro modo, nos han enfrentado a una política agropecuaria que no puede articular el desarrollo con la tan mentada sustentabilidad, sea esta económica, ambiental o social. En síntesis: en Argentina no es armónico el vínculo entre la producción y las demás actividades humanas. Esto en un país como el nuestro, que se ubica en los primeros puestos en exportación de materias primas, convierte el déficit en una de las materias pendientes que requiere premura en su atención, sobre todo teniendo en cuenta los vientos favorables a largo plazo que se pronostican para el sector agropecuario nacional, en un contexto mundial de constante crecimiento de la demanda, fundamentalmente desde Asia.
Uno de los tantos agujeros negros en la materia se observa en la cría de ganado vacuno en la zona de islas, puntualmente en las que componen la extensa frontera entre Santa Fe y Entre Ríos, por el río Paraná. No es nada nuevo que en esas zonas inestables se críen vacas. La particularidad de este momento es que se está realizando de un modo masivo, ocupándose cada vez una mayor superficie. Se trata de un fenómeno que responde al desplazamiento de la actividad a esos márgenes debido, entre otras cosas, al boom sojero, que toma cada vez más tierras dejando a los animales sin pasturas de tierra firme.
En las islas hay entre 1,5 y 2 millones de vacunos, lo que representa tan sólo un 3% o 4% del total de cabezas de ganado bovino de la Argentina, que supera las 50 millones. Observando ese número, pareciera que la incidencia del problema es mínima. Sin embargo, este año pasó algo que puso de manifiesto que estamos en dificultades: los incendios de los pastizales en las islas para permitir el pastoreo. Al igual que la cría de ganado, incendiar pasto en esas zonas no es algo nuevo, sino una práctica ancestral. Pero fuera de control desencadena situaciones como la vivida –¡justamente!– durante los momentos más calientes del conflicto rural, en la que se produjeron graves accidentes de tránsito, con varios muertos, debido al humo que viajó kilómetros, transformado en enormes nubes que se mezclaban con la niebla, para componer un cóctel fatal.
Esta inédita situación, que ocasionó el corte de rutas y puentes en los momentos más críticos, tuvo sus derivaciones más graves, por ahora, en el sur provincial, sobre todo en Rosario, donde esta semana volvieron a repetirse los incendios. A tal punto llega la situación que la Municipalidad de Rosario le advirtió a Entre Ríos que prepara una demanda en su contra “por no garantizar la seguridad en materia ecológica”, ya que los incendios se generan en islas que pertenecen a la jurisdicción entrerriana. El problema, de no abordarse de inmediato en busca de un marco regulatorio para la actividad ganadera en las islas, amenaza con expandirse hacia el resto de la frontera entre las dos provincias. Posiblemente el humo, último eslabón de una serie de irregularidades previas, también aceche a otras localidades que por el momento no lo sufren –como la capital provincial, por ejemplo–. Por eso ya hay algunas organizaciones ecologistas que, de uno y otro lado del río, han empezado a moverse para hallar una salida.
VAQUITAS DESPLAZADAS. En un informe de septiembre del año pasado, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) dio detalles más que inquietantes sobre el retroceso de la superficie destinada para la ganadería frente a la agricultura, ocasionando el traslado de animales a las islas. “La ganadería vacuna argentina ha visto reducida su superficie a causa de la importante expansión de la agricultura. Se observa que en los últimos 14 años el incremento en la superficie sembrada con cosecha gruesa supera los 11 millones de hectáreas. Este incremento tuvo obviamente al cultivo de la soja como principal protagonista que en dicho período pasó de 5,8 a 16,1 millones de hectáreas. Esta tendencia puede ser aún más manifiesta en los próximos años a partir del protagonismo que el maíz está adquiriendo a nivel mundial como materia prima de biocombustibles. A ellos hay que agregar la aparición en el mercado de los maíces RR que amplían las posibilidades del cultivo en zonas no tradicionales para este cultivo”, indica el informe.
Pero el incremento de la superficie sembrada no sólo desplaza vacas, también intensifica la cría de vacunos en menos espacio. Es por eso que los productores ganaderos cada vez más optan por los cuestionados feed lot (corrales de engorde) y el traslado a las islas, que año a año se incrementa. Esta particularidad entre menor espacio para animales y producción intensiva se manifiesta claramente en que el stock ganadero se ha mantenido casi sin cambios en los últimos años, fluctuando entre los 50 millones y los 55 millones de cabeza de ganado. El Inta, al respecto, observa sobre el fenómeno otra consecuencia: “El mantenimiento del stock nacional en una superficie ganadera reducida en casi 11 millones de hectáreas indica una intensificación de la actividad incluso en la Región Pampeana. Si asumimos que el incremento del área agrícola se dio principalmente en esta región (80%), vemos que la reducción de la superficie ganadera en la Región Pampeana sería del orden de las 8,8 millones de hectáreas, mientras que la cantidad de hacienda que emigró a otras regiones solo alcanzó a 3 millones de cabezas. Esta disparidad entre la reducción de la superficie ganadera y la concentración de hacienda no hace más que confirmar el sobrestock ganadero que hoy tiene la Región. Esta carga animal excesiva, al no haber sido acompañada de un incremento en la producción de forraje (según lo atestiguan las estimaciones anuales de siembras de pasturas y de fertilización) es la que explica en parte la caída registrada en los últimos años de los índices de preñez. La tasa de preñez estimada en la Región Pampeana (región tecnológicamente más desarrollada del país), era del 72% en 1994, y descendió a un 69% en los últimos dos años”.
A nivel nacional la caída del índice de preñez no acompañó en proporción el descenso pampeano, manteniéndose en el promedio del 62%. De todos modos, el Inta dejó en claro su preocupación: “Independientemente de que no se registre una caída en la tasa de procreo a nivel nacional, este 62% es extremadamente bajo. Un sector ganadero con pocas posibilidades de incrementar su stock por reducirse su superficie encuentra en la baja tasa de procreo la limitación a su producción, pasando este hecho a constituir el principal cuello de botella que tiene hoy la cadena de carne vacuna”.
LO QUE NO SE VE. El director general de la Fundación Proteger, Jorge Cappato, señaló en una entrevista: “Si uno viaja hoy entre Santa Fe y Buenos Aires, lo único que se ve es un mar de soja. Ante la pregunta de ¿dónde está el ganado?, la respuesta es muy simple: las vacas están en las islas, ya no sólo en la periferia, sino en toda la parte alta de las islas”. Para el ambientalista santafesino, “en este caso también, como en el caso de los desmontes para soja, lo más barato para un productor irresponsable es prender fuego y hacer uso de quemas sistemáticas, sin importar las consecuencias. De este modo, la materia orgánica destinada a conservar el suelo se transforma en dióxido de carbono y se inyecta a la atmósfera, siendo este gas uno de los principales gases de efecto invernadero. Es un desastre por donde se lo mire. Si las generaciones futuras tuvieran voz estarían diciendo que esto es de una atrocidad, un egoísmo o una ignorancia sin límites”.
“El humo y los problemas de salud derivados de la contaminación del aire son otras de las consecuencias largamente denunciadas por organizaciones, como el Taller Ecologista de Rosario desde 2004, cuando el humo de los incendios intencionales en las islas entrerrianas hizo sentir sus efectos en la ciudad, empujados por el viento del Este, en la temporada seca”, recordó Cappato. Lo mismo sucedió esta semana, en otro período de sequía: Rosario quedó en las tinieblas.
En aquel momento Greenpeace junto a Proteger, el Taller Ecologista de Rosario y M’Biguá de Paraná ya habían denunciado a la provincia de Entre Ríos como responsable de los incendios en los humedales del Delta del Paraná, al promover la expansión de la actividad ganadera hacia allí.
Las ONGs declararon que, ante la magnitud y duración de la catástrofe, se hacía necesario señalar la incapacidad de previsión de la Secretaría de Producción entrerriana, que promovió la Ley de Arrendamientos en 2004, y la de los legisladores provinciales, que la aprobaron. “Hemos advertido reiteradamente las consecuencias que tendría la Ley de Arrendamientos que aprobó Entre Ríos”, recordó Elba Stancich, del Taller Ecologista de Rosario, “ya que constituía claramente la llave para legalizar la expansión de la actividad ganadera en la zona de islas”.
“Los incendios sin control fueron favorecidos por el gobierno de Entre Ríos, que en un año otorgó 153 arrendamientos en las islas fiscales del departamento Victoria”, denunciaron los ambientalistas. Son unas 111.000 hectáreas que se utilizan para la ganadería, dentro de las islas. Según Cappato, desde 1994 a esta parte la cantidad de ganado en la zona se ha cuadruplicado y, sin controles, seguirá en expansión.
Por esta razón las organizaciones ecologistas le reclamaron al gobierno del kirchnerista Sergio Urribarri que “tome medidas que garanticen la preservación de los humedales del Delta del río Paraná” y presentaron un proyecto de ley a la Cámara de Diputados de la vecina provincia, que contempla la creación de un Parque Nacional en esa área.
Un escudo: la reserva natural.
La Provincia pretende tener lista para antes de fin de año la ley que permita crear el Parque Nacional Islas de Santa Fe, que tiene tanto motivaciones ecológicas como de negocios turísticos. El área del futuro parque será de 2.600 hectáreas, frente a la localidad de Puerto Gaboto, sobre tres islas: Campo Rico –la de mayor superficie–, La Gallina y El Conscripto. El proyecto sería el puntapié inicial para luego ampliar la protección al humedal entrerriano frente a Rosario, zona donde se producen los incendios que se padecen en el sur santafesino, sur entrerriano y el norte de la provincia de Buenos Aires.
Recientemente, autoridades de la Administración de Parques Nacionales analizaron los avances en torno a la creación del parque nacional, junto a funcionarios de la Provincia.
Las islas en cuestión cuentan con amplias superficies cubiertas de bancos de arena y albardones –terraplenes– en los que conviven numerosas especies de aves, como patos, caraúes, chajáes, cigüeñas, garzas y martín pescadores.
En la zona son comunes también el espinero rojizo –que construye grandes nidos colgantes que penden sobre el agua– y mamíferos de hábitos acuáticos, como el carpincho, la nutria y el lobito de río.
La vegetación de la reserva está compuesta por densos pajonales isleños, camalotes e irupés, con sus enormes hojas circulares flotantes y sus características flores.
Los funcionarios nacionales afirmaron que ya se realizó, como inversión, la adquisición de una lancha patrullera. También confiaron que ya se ha contratado un guardaparques del Pre Delta, cercano a la localidad entrerriana de Diamante, que será el encargado de llevar adelante el plan de manejo en el área protegida.
Según el secretario de Medio Ambiente de la Provincia, César Mackler, la iniciativa “significará un gran paso” para conservar un área representativa del que aseguró es el más importante humedal de nuestro país: el sistema hídrico Paraguay-Paraná y la ecorregión del Delta, “con sus paisajes de agua, islas, pastizales, bosques ribereños, flora y fauna”.
Para crear el parque, el gobierno de Hermes Binner enviará un proyecto de ley a la Legislatura provincial para ceder a Parques Nacionales la jurisdicción sobre las tierras, que son fiscales.
Publicado en Pausa #13, 8 de agosto de 2008.
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