viernes, 24 de abril de 2009

La memoria no se moja


Un relato acerca de cómo los inundados, en forma organizada y también espontánea, lograron mantener vigente su reclamo de justicia; las derivaciones políticas de la insistencia y algunos testimonios sobre la etapa que se abre.

Por Ezequiel Nieva


Los muertos, los que se fueron muriendo de a poco, los que se suicidaron, las secuelas psicológicas, el impacto en la salud, las pérdidas materiales, el daño simbólico... La inundación de 2003 sigue siendo una pesadilla en el imaginario de, al menos, un tercio de la ciudad. En los últimos meses murieron dos integrantes de la Marcha de las Antorchas: Delia y Teresa. El listado de víctimas que ese grupo de inundados lee cada martes y cada 29 mientras recorren la Plaza de Mayo para mantener viva la memoria y exigir “justicia en todo y para todos” ahora suma 157 nombres, y nadie se anima a asegurar que allí acaba la cuenta.

Después de la inundación se incrementaron los accidentes cerebro-vasculares. También los diabéticos la pasaron mal: “Los que tenían la diabetes controlada pasaron a ser insulino-dependientes; los que eran insulino-dependien-tes directamente tuvieron que ser amputados”, recuerda Víctor Fontana, de la Casa de Derechos Humanos. “Hay casos de cáncer en los que nos quedaron las dudas de cuánto ha afectado la inundación”. Y hay, también, problemas psicológicos “sobre todo en los pibes, cuando se larga a llover: unos ataques de pánico tremendos”.

Ya lo había advertido el Colegio Psicólogos de Santa Fe cuando aún no se cumplía el primer año de la inundación. “Aumentaron los casos de fobias, pánico y temores nocturnos, junto al abuso de psicofármacos”, sostenían los profesionales en un estudio difundido en 2004. “En el caso de los alumnos hay un cuadro desolador: numerosos casos de irritabilidad y alteraciones en la memoria, entre otras patologías”. También entre los docentes y los directivos que participaron del informe se habían detectado problemas, como en el grueso de los barrios del oeste.

El trabajo de los psicólogos contiene una enumeración alarmante: “Ingesta de medicamentos en intentos de suicidios, fobias, pánico, terrores nocturnos, problemáticas asociadas al duelo, ideas suicidas, depresión, abulia, insomnio, abandono de tratamientos médicos, desencadenamientos psicóticos, abuso de consumo de psicofármacos sin control médico, cuadros de violencia familiar, trastornos de aprendizaje, abandono de escolaridad en adolescentes, ausentismo laboral y ansiedad desbordante”.

La idea de que la inundación trastornó a una parte importante de la ciudad –130 mil personas afectadas en forma directa por el ingreso de las aguas del río Salado– se complementa con una imagen a la que aludió Fontana y que, sin ser una metáfora, bien puede servir como tal: la idea de que la inundación amputó una parte de la ciudad. Amputó o expulsó, que para el caso es lo mismo. Cientos de familias de las zonas más castigadas por el agua debieron mudarse a los cuatro barrios para inundados que edificó el gobierno de Jorge Obeid: los tres llamados 29 de Abril –uno por calle San Lorenzo al norte de Avenida Gorriti, otro en Yapeyú, otro en Callejón Roca, cerca de Facundo Zuviría– y La Nueva Tablada, en las inmediaciones del Mercado de Abasto.

La muerte, el abandono, la expulsión y el impacto psicológico no fueron inocuos; los inundados se organizaron, formaron grupos de participación activa –además de la Marcha de las Antorchas, la Carpa Negra de la Dignidad e Inuma (Inundación Nunca Más)– y militaron contra el olvido y la impunidad. Las elecciones de 2007 aparecen, en ese marco, como un mojón: no sólo por el histórico cambio en el signo político que gobierna la provincia; también porque se hizo visible “el poder de la sociedad para echar a los corruptos”, según señala Héctor Sanagustín, uno de los integrantes de la Marcha de las Antorchas.

UN ESTADO SORDO. “Las estructuras sanitarias de la ciudad y de la provincia no cambiaron después de 2003”, asegura Víctor Fontana. “Y más allá de cualquier investigación que uno pueda hacer respecto de las secuelas, una cosa es segura: no podés encarar 130 mil personas afectadas con los dos o tres hospitales que hay y los centros de salud, la mitad de los cuales estaban inundados y fuera de servicio. No se modificó nada. No hubo más médicos, ni más enfermeras, ni técnicos. Y así no se puede atender todo lo que pasó después”, agrega el militante.

Fontana participó, junto al resto de los miembros de la Casa de Derechos Humanos –Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, Madres de Plaza de Mayo, Familiares de Detenidos Desaparecidos y militantes voluntarios–, de la elaboración de una serie de informes sobre las secuelas de la inundación. Tres de esos trabajos dieron cuenta, con datos actualizados, de las muertes colaterales que se registraron después de la tragedia; otros dos abordaron el impacto crónico en la salud de los inundados.

Los estudios fueron presentados en 2005 en distintas dependencias del gobierno provincial –Ministerio de Salud, Secretaría de Derechos Humanos, entre otras– y también ante la Justicia; un año después de esas presentaciones, en las que constaban no menos de 130 muertes como consecuencia de la inundación, la Justicia provincial procesó a tres ex funcionarios bajo la figura de “estrago culposo”. Esa decisión, que al juez Jorge Patrizi le valiera un ascenso, reconoce la responsabilidad del Estado en 18 de las 23 muertes oficialmente admitidas y exculpa al ex gobernador y actual senador Carlos Reutemann, quien ni siquiera debió declarar en la causa.

Para elaborar los informes se pidieron certificados médicos, historias clínicas y todos los documentos que contribuyeran a lograr un resultado lo más riguroso posible. Sin embargo, el Estado se hizo el sordo. Los únicos que les prestaron atención fueron los psicólogos que en su momento contrató el gobierno provincial para atender a las víctimas de la inundación; las coincidencias entre el diagnóstico que surge de los informes de secuelas y lo que los profesionales veían día a día en el oeste de la ciudad fueron casi absolutas.

LAS SECUELAS SOCIALES. Opina Fontana: “Yo creo que buena parte de la violencia que tenemos incorporada, reaccionar mal por pavadas, tiene un origen en lo que pasamos esos días. Es realmente fulero ver que te esté entrando el río en tu casa. Y después el manoseo que hubo de parte del Estado: las humillaciones que tuvimos que soportar en el Ente (de la Reconstrucción) fueron terribles. Lo que pasamos, y toda la impunidad que vimos después: ver que ninguno de los responsables está preso y que los únicos que están en la picota con alguna posibilidad de que le hagan un chás chás en la cola son tres perejiles”.

Hasta ahí la mirada de un inundado acerca de un panorama que es habitual en los barrios del oeste. También el ministro de Seguridad se refirió al punto: “En el área a mi cargo, las inundaciones han marcado a la ciudad de Santa Fe; creo que han desencadenado una reacción, un marco de bronca anti-sociedad que se ve reflejada en actitudes de muchos criminales en el sistema penal”, dijo la semana pasa Daniel Cuenca en el programa de cable Rueda de Prensa.

“Es un fenómeno local negativo. Se vio afectada gente que tenía muy poco, y haberlo perdido todo genera cambios de conducta. Quizá no en el adulto, pero sí en los más jóvenes, que son con quienes hoy tenemos conflictos”, agregó Cuenca, que también aludió brevemente a la gestión anterior: “Hubo un abandono; nosotros tomamos esta área muy sumergida”.

Fontana señala, a raíz de esas declaraciones del ministro de Seguridad: “Por ahí se cae en el riesgo de hacer una relación muy directa; yo creo que no es tan así. Es un factor más la inundación. Y la impunidad de los poderosos, ver y sufrir el manoseo, las humillaciones para cobrar los 4.000 pesos, las humillaciones que sufrieron los deudos que no cobraron indemnización por fallecimiento: los decretos hablaban de subsidios no reintegrables por el tremendo dolor que habían pasado los afectados. No era una indemnización por la responsabilidad de la Provincia en esas muertes”.

Al catálogo de ignominias cabe agregar una, en apariencia menos grave, pero cuyas consecuencias se perciben aún hoy: el traslado de numerosas familias de inundados a barrios nuevos, casi siempre en la otra punta de la ciudad. “Hay un montón de gente que cayó de golpe en barrios sin la infraestructura mínima. No había ni agua, ni desagües, ni electricidad; simplemente las casas, nada más. Y eso generó conflictos en el barrio y con los vecinos que estaban desde antes. Una situación de violencia muy difícil de sobrellevar”, explica Fontana.

El argumento preferido entre los que esgrimieron en su momento Obeid y el ex intendente Martín Balbarrey para justificar esos traslados masivos es la “vulnerabilidad” del borde oeste de la ciudad. Vulnerabilidad: la palabra de moda. La palabra políticamente correcta. Un eufemismo en el que caben los conceptos de negligencia, abandono y tantos otros. De hecho, es una palabra a la que pocos funcionarios se resisten: más allá de las banderías políticas.

Héctor Sanagustín tiene su propia mirada sobre las palabras y la política. “Hay una palabra que a mí me molesta mucho: vulnerabilidad. Nos tratan de vulnerables: el oeste es vulnerable, la ciudad es vulnerable... cuando la vulnerabilidad la construyeron ellos. Yo digo que la vulnerabilidad es no darse cuenta; cuando vos te diste cuenta, se les terminó el discurso”.

ENSEÑANZAS. Salir rápido a organizarse y no esperar al Estado: en esas pocas palabras puede condensarse una sabiduría que es hija de la tragedia. En 2003 la sociedad santafesina aprendió una importante lección a fuerza de cachetazos; la demostración se vio cuatro años más tarde, cuando la ciudad volvió a inundarse: los centros de evacuados surgieron de inmediato y sin necesidad de acudir a las autoridades, el grado de organización que se registró en cada uno de ellos sólo se explica volviendo la vista a 2003.

“Es una cosa muy linda”, recuerda Sanagustín. “Yo nunca había visto la solidaridad plena del vecino. El que te ofrecía la canoa, o que pases por su techo, o te daba un poco de comida. Esa solidaridad donde se termina la barrera entre una casa y la otra. Eso es algo que no vence nadie; eso es lo que no quiere el gobierno. La gente vio la potencia que tiene. Cuando la gente ve que puede hacer cosas sin necesidad del gobierno, es libre. Es la libertad de darse cuenta de que uno puede organizarse”.

Esa no fue la única enseñanza del Salado. Sanagustín agrega: “Aprendimos que a los inundadores se los puede echar. No por el Poder Judicial, evidentemente; no confiamos en la Justicia. Ir a la Justicia era meterse en el terreno de ellos, ir a pelear a la cancha de ellos, con sus leyes y sus jueces. Una trampa, un desgaste inútil”.

Una de las claves: “No todos, pero estos políticos que nos tocaron a nosotros viven exclusivamente de su imagen. Si nosotros destruíamos esa imagen, ellos quedaban desnudos”, explica Sanagustín. “Tienen miedo, les agarra pánico. Y un poco por la inundación de 2003, otro poco por la represión de 2001 y también por su propia ineficacia y su corrupción, el gobierno justicialista se terminó cayendo”.

Fontana aporta al debate algunas de las materias pendientes: “Lo que nos queda por aprender es a juntar coraje y animarnos a participar políticamente. Falta que nos convenzamos de la necesidad de la participación, y también de mantener esa participación en el tiempo”.

“Lo más difícil de todo es formar conciencia”, retoma Sanagustín, “porque no tenemos un concienciómetro, salvo cada cuatro años cuando vamos a votar. Nos echaron la culpa a la gente del oeste por haber votado de vuelta a Reutemann y Obeid, que volvieron a ganar (en las elecciones de septiembre de 2003), pero en realidad no llegó al 60% la gente del oeste que votó. Entonces, pareciera como si los votos de la gente del centro o de los otros barrios de la ciudad no contaran; sólo los del oeste”.

El resultado de las elecciones de 2007, el hecho de que ese año se formara una Comisión Investigadora oficial –en el ámbito del Concejo– para dilucidar el grado de responsabilidad de la Municipalidad durante la segunda inundación –trabajo que concluye con 20 imputaciones probadas que señalan la impericia, la negligencia y, en algunos casos, la corrupción que caracterizó la denominada Gestión Balbarrey– y la certeza de que la militancia, la resistencia y la insistencia –la Marcha de las Antorchas repite desde hace casi seis años el mismo ritual, semana a semana y 29 a 29– pueden dar sus frutos, son algunas de las pequeñas victorias de los inundados.

Pese a lo cual Sanagustín prefiere no ser del todo optimista: “La sociedad santafesina está muy apática, desactivada. No tiene conciencia de su propio poder”.

TESIS ACERCA DEL EGOÍSMO HUMANO

Como en 2003, otra vez Reutemann es candidato. Esta vez, para renovar su mandato en el Senado logrado aquel año, cuando ganó las elecciones que –por última vez en la provincia– se realizaron bajo el viejo sistema conocido como la “ley de lemas”. Desde su salida de la Casa Gris, en diciembre de 2003, no volvió a participar de la vida política santafesina. Casi no volvió a la ciudad, salvo unas pocas veces. En tres de esas oportunidades, un grupo mínimo de inundados se acercó a escracharlo. Héctor Sanagustín estuvo en los tres escraches. “En uno éramos tres y medio: dos mujeres, un chico de 14 años y yo”, recuerda. En otro logró acostarse unos segundos sobre el capó del auto en que se iba Reutemann y alcanzó a mirarlo a los ojos. En el otro recibió algún golpe. En la entrevista que mantuvo con Pausa, Sanagustín también trazó un perfil del ex gobernador: “Reutemann es el más claro ejemplo del egoísmo humano. Recién después de seis años, cuando le toca renovar su banca, se hace notar. Mientras estuvo cómodo en todos estos años fue un cero a la izquierda, algo intrascendente, no se movió por nadie ni por nada. Es más: no presentó listas, ni en 2005 ni en 2007. Recién cuando se vence su mandato se empieza a mover. Más claro ejemplo de egoísmo, imposible”.

LOS CHICOS CRECEN; LAS SECUELAS SIGUEN

El primer proyecto del Colegio de Psicólogos, realizado en los primeros dos meses posteriores a la inundación, remarcaba las siguientes secuelas: dificultades laborales, trastornos en el sueño por la inundación, trastornos físicos, más consumo de psicofármacos y de tabaco, problemas para concentrarse, preocupaciones fuertes y temores. Los problemas médicos más recurrentes: hipertensión, asma, alergia, trastornos psicológicos y psiquiátricos. Aumentaron las consultas por angustia, depresión, violencia familiar y descompensaciones neuróticas. También se presentaron casos de adicciones, crisis de angustia, trastornos psicosomáticos, pánico, fobias, melancolía, duelos patológicos, síntomas depresivos, estrés postraumático, dificultades de aprendizaje. Entre los docentes se repitieron cuadros de sobrecarga de responsabilidades y agotamiento psíquico. En el caso de los chicos, quizá lo más grave y de lo que menos se habla: irritabilidad, intolerancia hacia el otro, disminución del interés por aprender, inhibiciones, hipersensibilidad... En 2003, esos chicos tenían entre 8 y 17 años.

TIEMPOS

¿Se está empezando a hacer cargo el Estado de lo que hizo mal o no hizo seis años atrás? El interrogante es cada vez más explícito. El último episodio fue esta semana, cuando el gobernador Hermes Binner anunció su plan de reparar e investigar los daños –y, por tanto, el origen– de la inundación; el próximo episodio será a unos pocos metros –en la Plaza de Mayo– el miércoles 29, cuando se realice el acto por el sexto aniversario de la tragedia.

Los inundados que participan de la Carpa Negra, reinstalada el mes pasado frente a la Casa Gris, y otros que se acercan en forma espontánea vienen realizando asambleas diarias en la que debaten las posibles posturas ante el proyecto del gobierno, que ahora asume que “los daños generados (...) aún persisten de forma palpable en la sociedad pese a haber transcurrido casi seis años”.

La presentación de la propuesta de reparación tuvo lugar en el mismo salón donde Carlos Reutemann asegurara, enfático, que nadie le avisó “absolutamente nada”. El cambio en la posición oficial del Estado es, en sí misma, todo un signo; de allí que el gobierno pretenda, antes de encarar la investigación, acordar con los damnificados –con una parte de ellos– el monto máximo posible a resarcir.

Entre los fundamentos de la propuesta de Binner se lee: “Las soluciones brindadas aún no lograron reparar los efectos ni individual ni colectivamente. Se advierte que más allá de las causas de los daños, lo cierto es que todavía no se han brindado todas las respuestas requeridas por la sociedad para restablecer, al menos, un sentimiento de justicia y paz social”.

El gobierno reconoce que se deben satisfacer “los requerimientos colectivos de información, prevención y mejora de las zonas afectadas y, principalmente, los reclamos de justicia y verdad”. Y a la vez advierte que “el Estado afronta una litigación masiva llevada a cabo por miles de víctimas que entienden que existe responsabilidad de la provincia en los hechos”.

Por eso, promete por un lado “una respuesta reparadora colectiva” que incluye la “re-elaboración o reconstrucción de la verdad oficial respecto de lo acontecido” durante –y antes y después de– la inundación y a cambio pide se arribe a una solución extrajudicial en los litigios vigentes contra el Estado. Entre otros puntos, el gobierno asegura que hará público y accesible el expediente de la causa judicial por la que están procesados Marcelo Álvarez, Ricardo Fratti y Edgardo Berli y que facilitará el acceso a los planos de obras de la defensa incompleta.

La iniciativa se inscribe en el marco de una política hacia los inundados radicalmente opuesta a las anteriores. Antes de asumir, Binner ya se había reunido con algunos referentes de los principales grupos y barrios. Luego visitó, ya en ejercicio del gobierno, a los integrantes de la Marcha de las Antorchas: en la plaza, donde tuvo que oír la larga lista de reclamos vigentes. Unos meses más tarde, Binner redobló la apuesta y no solo participó del acto por el quinto aniversario de la inundación, sino que además subió al escenario, tomó el micrófono, respondió algunas alusiones y prometió colaborar –o al menos no entorpecer– en la búsqueda de verdad y justicia.

Ahora, con la nueva propuesta, el gobierno socialista buscará dar un paso necesario e ineludible para subsanar las amplias deudas del Estado por la tragedia evitable de 2003. Será quizá la gran apuesta de la actual gestión para confirmar que aquellos “buenos tiempos” de los que hablaban los afiches de campaña eran más que una mera promesa.

Publicado en Pausa #35, viernes 24 de abril de 2009
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viernes, 10 de abril de 2009

Se largó la disputa electoral

Con la renovación de 7 de las 13 bancas de concejales, comienza el proceso que definirá la composición del cuerpo deliberante local para los últimos dos años de gestión. Mientras tanto, se aceleran las negociaciones por las candidaturas nacionales.

En la semana que termina se formalizaron los primeros pasos de cara a las elecciones en las que se renovarán cargos legislativos a nivel comunal y en las que oficialismo y oposición tienen puestas todas sus fichas. Es que incluso los propios protagonistas se vienen manifestando acerca del “plebiscito” que supone para la nueva gestión municipal estos comicios, por ser la primera vez desde el retorno a la democracia en que se renueva la composición del Concejo con un partido que no sea el PJ como gobierno de la ciudad.

Del mismo modo, y aunque en este sentido sí hubo declaraciones que apuntan a no dramatizar los resultados de septiembre –y, por tanto, tampoco de los julio–, está en juego buena parte del fututo político del Frente Progresista Cívico y Social en toda la provincia por el mismo motivo: es la primera campaña que Binner y los suyos deben enfrentar desde que asumieron un año y medio atrás.

Hay –al cierre de esta edición, cuando aún restaba que los distintos partidos y sectores internos formalizaran las candidaturas ante la Justicia Electoral– 16 listas inscriptas para las elecciones de concejales en la ciudad. Las internas, que por el momento seguirán siendo abiertas, simultáneas y obligatorias, serán el 5 de julio: una semana después de la votación por senadores y diputados nacionales. Las generales, dos meses más tarde: el 6 de septiembre.

Recién entonces se perfilará el tablero –se renuevan siete de las trece bancas del Concejo– con el que deberá terminar su gestión el intendente Mario Barletta; ahora, un repaso lo más exhaustivo posible de las presentaciones que hicieron los precandidatos ante sus partidos.

LOS RADICALES. Desde el vamos, el gobernador Hermes Binner había manifestado que lo mejor para el Frente Progresista, en la ciudad, sería llegar a septiembre con una lista de unidad, sin la necesidad de dirimir en internas. Pero los actores del Frente tenían –y tienen– otras ambiciones.

El sector del radicalismo que se encolumna con el intendente Barletta presentó su propia lista, a la que sin rigor calificaron de “lista de unidad” y la que, según ellos dicen, aprueba Binner. Al día siguiente de la presentación, el ministro de Gobierno y Reforma del Estado, Antonio Bonfatti, debió salir a aclarar que, más allá de que algunos dirigentes del socialismo formalizaran su alianza con Barletta, ni el gobierno ni el gobernador apoyarán explícitamente a alguno de los candidatos del Frente en las internas.

Esa lista está encabezada por el actual secretario de Gobierno del municipio, José Corral. En segundo lugar aparece Vanesa Oddi, actual funcionaria de la Secretaría de Regiones, Municipios y Comunas –fue quien coordinó el año pasado las asambleas ciudadanas en las que se elaboró el Plan Estratégico para la provincia– y militante del Partido Socialista. Y en tercer lugar figura Fanny Jara, militante radical de barrio Los Hornos e integrante de la Casa del Sur, una entidad cercana al diputado provincial Leonardo Simoniello.

Quizá de esa alianza surgen las lecturas de los allegados a Barletta: su candidato está acompañado por una dirigente cercana a Mónica Bifarello –pieza clave del gabinete de Binner– y por otra ligada a Leonardo Simoniello, ex socio político del principal rival interno de Corral: el actual presidente del Concejo Jorge Henn.

Henn, quien en 2007 debió posponer su intención de pelear la Intendencia local cuando irrumpió Barletta en escena, encabeza otra de las listas del Frente. Su mandato concluye este año, por eso su candidatura tiene el doble objetivo de buscar la renovación y, a la vez, tantear el terreno de cara a las elecciones de 2011. De hecho, a la mañana siguiente de haber inscripto su lista, volvió a manifestar su deseo de postularse para intendente; se supone que un resultado favorable en la interna contra Corral le bastaría como pergamino para reclamar, ante los otros sectores que conforman el Frente Progresista, esa posibilidad.

Ya en las internas de 2005 –cuando debutó el actual sistema electoral, después de los cambios que introdujo la Legislatura bajo la gestión de Obeid, derogación de Ley de Lemas incluida– Henn se había impuesto a los radicales ligados a Barletta, que llevaban a Carlos Pereira como candidato.

El panorama de la interna radical acabaría ahí de no ser por la irrupción de Sebastián Cáceres, hijo del Changui y de Alicia Tate, candidato a primer concejal por la UCR no frentista.

MÁS LISTAS. Si bien en los meses previos todos los integrantes del Frente Progresista repitieron el discurso de “la necesidad del consenso”, a la hora de la verdad se vio otra cosa. Seis listas para concejales presenta el Frente: a las de Corral y Henn hay que sumar la que encabeza la actual concejala Noelia de Chiementín (ARI) (1); la de su compañera de bancada Marta Fassino –del sector socialista más cercano al senador Rubén Giustiniani y, por tanto, más lejano a Binner–, que va en busca de su tercer mandato; la de Carlos Wagner, del Partido Demócrata Progresista; y la de la Coalición Cívica y Social, alineada a nivel nacional con Elisa Carrió, que presenta en los dos primeros lugares a Omar Coria y Griselda Añate.

PARTIDO EN SEIS. La crisis que atraviesa el PJ santafesino desde las elecciones de 2007 tuvo su correlato en el armado de las listas para concejales. Acaso como si sospecharan una derrota, los nombres “fuertes” que habían sonado en la previa brillaron por su ausencia. Ni el obeidista Mario Lacava, ni el reutemanista –valga la repetición– Federico Reutemann se anotaron en la partida y seguirán, así, en sus bancas de diputados provinciales hasta 2011.

Los soldados le huyen a la batalla siguiendo el ejemplo de los jefes: es público que Carlos Reutemann no se comprometerá en la campaña local y se abocará, si es que acaba de decidirse, a buscar su reelección en el Senado.

Con Reutemann y Obeid lejos de la cancha, más ocupados en sus propias internas con el kirchnerismo, el PJ local no logró conformar listas que aparezcan ante el electorado como una atracción irresistible. Los dos ex gobernadores acordaron la candidatura a primer concejal de Roberto Campanella, un viejo militante PJ apodado “Chiquito”, seguido por María Lastra, que termina su mandato y busca reelección, y por Oscar Álvarez, secretario general del gremio de los gastronómicos.

También el PJ tiene seis listas. “Militancia federal” se llama la que encabeza Palito Hernández, otro dirigente reutemanista. “Por una ciudad mejor”, la de Rubén Montapponi, ex titular de la Ansess delegación Santa Fe. La JP Evita y el Movimiento Evita postulan a Nicolás Molinas.

La que, a priori, aparece más sólida es la que llevará el sello del oficialismo K: “Frente Para la Victoria”. En primer lugar aparece Jorge Fernández, actual vicepresidente del PJ provincial, ministro de Educación en los 80 y ex candidato a vicegobernador con Agustín Rossi en 2007. En esta lista, apadrinada por el titular de la bancada kirchnerista en la Cámara de Diputados de la Nación, aparecen detrás de Fernández el secretario de Finanzas de la CGT y secretario general del Sindicato de Canillitas, Julio César Rizza, y la docente y militante barrial de Santa Rosa de Lima, Ana María Salgado.

La otra lista, también de neto corte K, es la que encabeza Carlos Carlozzi: un joven dirigente muy cercano al matrimonio presidencial. Fue bautizada como “Corriente Federal”, acaso una picardía para captar el voto de los reutemanistas desorientados: el Lole bautizó su espacio anti-K como Santa Fe Federal, y luego hicieron lo propio Obeid y el resto de los diputados que abandonaron el barco del kirchnerismo.

Kirchnerismo “puro” es lo que promete Carlozzi; sostiene que él representa en forma directa a esa corriente, no al rossismo como su competidor Fernández. Ahí la interna kirchnerista, para no ser menos que el resto.

DEL CACHI A PINO. De 100% Santafesino, el partido de Oscar “Cachi” Martínez, fueron inscriptas –siempre al cierre de esta edición– dos listas. Una liderada por Jorge Urani, de quien lo único que se pudo saber es que se desempeña como contador de Cachi. La otra lleva en primer lugar a Sebastián Pignata, que es nieto del histórico líder de UPCN, Alberto Maguid; a Pignata lo acompañaría, de confirmarse la lista, el ex concejal Marcelo Ferreira, que cumplió su mandato entre 2003 y 2007.

La principal novedad en el sector de Martínez es que, finalmente, comienza a cumplirse su anhelo de provincializar 100% Santafesino: el partido presentó listas en Rafaela, Reconquista, Gálvez, Santo Tomé, San Justo, San Javier, Recreo, Sauce Viejo, Román y Videla.

Otro sector que buscará una banca en el Concejo local es Proyecto Sur, cuyo referente nacional es el cineasta Fernando “Pino” Solanas y el diputado Claudio Lozano. Participarán de las elecciones de este año utilizando la personería del Partido Socialista Auténtico, como lo hicieran en 2007. En los primeros lugares de la lista aparecen el dirigente de Adul Hugo Kofman y la artista Nilda Godoy.

¿Y LAS CANDIDATURAS NACIONALES? Los votos de los diputados provinciales del kirchnerismo al presupuesto 2009, que elaboró la administración de Hermes Binner, terminó por romper las muy débiles relaciones que existían en el interior del peronismo santafesino, y que ya venían debilitadas por el alejamiento de Carlos Reutemann y Jorge Obeid –entre otros dirigentes– de los bloques parlamentarios K en ambas cámaras del Congreso.

En todo caso, la postura política de acompañar el Cálculo de Recursos y Gastos 2009 del Frente Progresista, en lugar del dictamen elaborado por Juan Carlos Mercier, por parte de los legisladores del Frente para la Victoria, fue la excusa perfecta que encontró el PJ para dividir las aguas dentro de un partido muy polarizado. En ese escenario político, el 18 de abril próximo se reunirá el Congreso Provincial del Partido Justicialista, que será el órgano interno que definirá la estrategia comicial y sus candidatos.

Ya la Justicia Federal con competencia electoral resolvió que no hay tiempo material ni legal para que los postulantes a diputados y senadores nacionales del peronismo surjan de una elección interna, con lo cual el único camino posible para llegar a la unidad partidaria es el congreso, que es una posibilidad poco probable porque ninguno de los sectores tiene los dos tercios de las voluntades a su favor para imponer nombres.

Sin acuerdos a la vista, nadie podrá utilizar ni el nombre ni los símbolos del justicialismo en los comicios del 28 de junio. Es decir, tanto Agustín Rossi como la dupla Reutemann-Obeid deberán buscarse otros nombres para competir. De hecho, el primero ya anunció que lo hará bajo la denominación de Frente para la Victoria y se especula que los segundos utilicen el membrete de Frente Santa Fe Federal.

En el caso del Chivo Rossi, ya tejió alianzas con sectores que son afines al kirchnerismo, como el Partido del Progreso Social (del Tigre Héctor Cavallero), el Partido Intransigente, el Partido Humanista, el Frente Grande y Confluencia Santafesina. El propio legislador aparece como número uno en la boleta de candidatos diputados nacionales y habrá que encontrar en los otros sectores aliados a sus compañeros. En tanto, la hipótesis más fuerte para pelear por la senaduría nacional tiene el nombre de la actual concejala rosarina, María Eugenia Bielsa, para competirle al Lole y a Rubén Giustiniani.

Con respecto a Carlos Reutemann, en su armado electoral aparecen viejos dirigentes del MID (Movimiento Integración y Desarrollo) y la Ucedé, además de los históricos compañeros políticos y del gremialismo santafesino que nunca lo abandonaron.

También quiere repetir la fórmula que usó el menemismo para conseguir votos independientes, tal cual su aparición en la vida institucional de la provincia: postular a un personaje público que no provenga de la política. El apuntado es el Midachi Miguel Torres del Sel como candidato a diputado, que también fue tentado por el PRO de Mauricio Macri. El Lole va por la reelección, eso está claro, pero aún falta el nombre que lo acompañará como número dos.

Por su parte, en el Frente Progresista están tratando de replicar para las candidaturas nacionales el mismo armado político de la provincia, o sea, que estén en la lista postulantes de todos los partidos. El problema no es la ya lanzada reelección de Rubén Giustiniani, ni quién lo acompañará, sino la lista de postulantes a diputados nacionales.

En ese sentido, el intendente de Firmat, Carlos Torres (UCR), figura como la cabeza de la nómina y de allí hacia atrás se mezclarían socialistas, mas radicales, demócratas progresistas, el ARI, el SI y hasta dirigentes agropecuarios, como puede ser el caso de Omar Barchetta o de Eduardo Buzzi.

En definitiva, todavía falta un mes para el cierre de listas y las conversaciones son permanentes, incluso ahora con más excitación porque ya se hizo la presentación de boletas a nivel comunal y municipal, así que los propios tiempos de la política hacen que se busquen precisiones lo antes posible para mostrar una imagen cohesiva de los frentes electorales. La gente, como debe ser, tendrá la última palabra.

(1) Cuando Pausa ya estaba impreso y en los kioscos, se supo que Chiementín y Henn habían decidido unificar sus listas.

Publicado en Pausa #34, 10 de abril de 2009