Otro año de estadísticas increíbles sobre inflación y, en el medio, la muerte de las AFJP: ¿los recursos son todo?
Con la inflación en el centro de la agenda y la controversia por los índices del Indec, Néstor Kirchner terminó su gestión no sólo sin encontrar una solución al tema, sino dejando en manos del secretario de Comercio Guillermo Moreno todas las negociaciones con los sectores clave en la formación de los precios. Ni el fracaso de la política de control ni el cambio de mandato bastaron para que deje el gabinete; pese a los embates políticos y mediáticos, la presidenta lo ratificó. La continuidad fue un síntoma de lo que sectores de la oposición llamaron “reelección camuflada”.
Para mantener intacta la liquidez necesaria para el gobierno, la presidenta apeló primero a congelar los dineros de las provincias en concepto de coparticipación; luego, decidió la movilidad de las retenciones y, tras la derrota en el Congreso, logró recuperar una de las tantas cajas privatizadas en los 90: la del sistema jubilatorio.
Con el regreso del sistema de reparto, el Estado recuperó el mando sobre una de las patas más importantes de la macroeconomía. Se trata de una oportunidad única para que la política reconstruya el sentido de lo público. El desafío para el gobierno –y para los posteriores– es demostrar que detrás de la recuperación de esa inmensa caja –un flujo anual de 14 mil millones más un total aportado que supera los 80 mil millones– hay un proyecto de dignificar las jubilaciones y recomponer las fuerzas del Estado. Cualquier otro rumbo no haría más que ratificar lo que vienen declamando Elisa Carrió y otros sectores de la derecha nacional.
El cambio en el sistema jubilatorio no fue el único de relevancia registrado este año. En junio, el Indec inauguró un nuevo sistema, con la supuesta intención de reflejar mejor las variaciones de precios. El nuevo método resultó tan creíble como el viejo: muy poco. Más acotado en cuanto a cantidad de productos y servicios relevados, supone el desplazamiento de los consumidores hacia los comercios que registran aumentos menores. Algo que ni el Indec ni ningún otro organismo puede dar por seguro.
Un ejemplo puede aclarar la cosa y, a la vez, marcar el rol de las empresas privadas. Entre 2006 y 2007, Quickfood (que tiene el 60% del mercado de hamburguesas congeladas) aumentó sus ganancias un 64%. En el mismo lapso, sólo aumentó su producción un 8%. La pregunta cae sola: ¿cómo ganar tanto más sin producir tanto más? Se sabe: una posición concentrada en la oferta permite mover los precios a antojo.
Las estadísticas oficiales señalan que de diciembre de 2007 a noviembre de 2008 la inflación fue del 8,4% (6,9% en los primeros once meses del año): idéntico porcentaje que un año atrás. El gobierno provincial decidió hacer sus propias cuentas. El Ipec advirtió aumentos reales de casi el triple que los del Indec. Según el mes, el promedio provincial se ubicó entre 1,5 y 1,8%; cuando acabe el año se habrá registrado en Santa Fe una inflación de casi 20%. De hecho, el gobierno provincial la estimó en un 18% para 2009.
A caballo de la lógica de las grandes corporaciones y del desabastecimiento producido durante el prolongado lock out rural, el fantasma de la hiperinflación nunca dejó de sobrevolar los tormentosos cielos de este 2008.Crisis, enfriamiento y desaceleración mediante, ya se verá qué nos espera el año que viene.
Publicado en Pausa #31, 12 de diciembre de 2008.
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viernes, 12 de diciembre de 2008
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